Es como si nosotros dos fuésemos escaladores, cada uno en su propia montaña. Yo puedo ver una vía por la que subir tu montaña, no porque la haya escalado antes o porque esté arriba, en la cima, gritándote por dónde tiene que subir, sino porque estoy situado en un punto desde el que puedo ver cosas que no se pueden ver desde dónde tú estas.

Ésta es tu terapia, pero ¿y si fuera la mía? Yo tengo mi propia montaña que subir, y entonces tú podrías decirme algo. Mi ventaja aquí no consiste en que yo sea mas grande, mejor o mas fuerte que tú. Es simplemente la ventaja de la perspectiva.

Por otro lado, hay cosas respecto a tu montaña que yo no puedo saber, cosas respecto a las cuales tendré que confiar en lo que me digas. Por ejemplo, si la montaña por la que estás subiendo es la montaña correcta o no, es sólo una cuestión de valores. Sólo tu mismo puedes responder a eso. Si la montaña por la que tu subes, es verdaderamente la montaña que quieres subir.

Asimismo, aunque yo sea capaz de aconsejarte sobre la senda que yo veo, no puedo subir la montaña por ti. En realidad, eres tu quien tiene la tarea mas difícil.